Hay ciudades que se nos meten muy dentro y de las que siempre andamos pendientes. Me pasa con Beirut.
Me encantaría que la imagen de esa ciudad fuese la cambiante que nos presenta Nadine Labaki en su película Caramel de 2007. Esa modernidad, para una ciudad de ese entorno, que se ve en el salón de belleza donde transcurre toda la película. Esa evolución que vemos en las mujeres de Beirut tan bien reflejadas por Labaki. Mujeres que hablan de lo mismo que las de otras partes del mundo: sus miedos, sus amores, sus gustos, sus familias, las imposiciones de la sociedad en la que viven...
Desgraciadamente la foto del Líbano y más concretamente de Beirut vuelve a ser fija, la misma de la que no le dejan salir desde aquel fatídico (para el Líbano, no para otros países) 1975 en que empezó una guerra que durante 15 años destruyó todo lo que era ese país, esa ciudad modelo para sus vecinos- aunque ellos no lo supieran ver-. Durante otros 15 años, de 1990 que acabó aquella guerra hasta el 2005 con la revolución del cedro y más aún el 2006 cuando Israel atacó el sur del Líbano, el país fue capaz de recobrar su esencia, la vida de sus ciudades y casi la neutralidad de la que presumía.
Desde entonces se viene hablando de la amenaza de una nueva guerra. Estos días andamos con el corazón en un puño por los recientes acontecimientos. La foto fija de un país en guerra vuelve a nosotros. La política libanesa es compleja. El Líbano es un país complejo en el que conviven diferentes religiones. El mosaico de partidos políticos- en ocasiones ligados a esas religiones- es variadísimo y para agravar todo tenemos los países limítrofes deseando entrar. Cuando no es Israel + USA, es Irán + Siria los que intervienen en asuntos internos. Por no mencionar a Jordania, Arabia o Francia siempre pendientes de lo que pasa internamente. Divisiones y enfrentamientos entre sunitas y chiítas, cristianos de derecha o militantes de izquierda laica, falangistas... Al Qaeda metiendo sus garras en el país, Hezbollah que ya no se sabe si sigue siendo un movimiento de resistencia o también ha puesto ya el pie en las arenas movedizas de la política libanesa... pro- sirios y anti- sirios, todo hace muy difícil las cosas en un país que debería volver a la tranquilidad de esa Suiza en Oriente Próximo que siempre quiso ser.
Desgraciadamente la foto del Líbano y más concretamente de Beirut vuelve a ser fija, la misma de la que no le dejan salir desde aquel fatídico (para el Líbano, no para otros países) 1975 en que empezó una guerra que durante 15 años destruyó todo lo que era ese país, esa ciudad modelo para sus vecinos- aunque ellos no lo supieran ver-. Durante otros 15 años, de 1990 que acabó aquella guerra hasta el 2005 con la revolución del cedro y más aún el 2006 cuando Israel atacó el sur del Líbano, el país fue capaz de recobrar su esencia, la vida de sus ciudades y casi la neutralidad de la que presumía.
Desde entonces se viene hablando de la amenaza de una nueva guerra. Estos días andamos con el corazón en un puño por los recientes acontecimientos. La foto fija de un país en guerra vuelve a nosotros. La política libanesa es compleja. El Líbano es un país complejo en el que conviven diferentes religiones. El mosaico de partidos políticos- en ocasiones ligados a esas religiones- es variadísimo y para agravar todo tenemos los países limítrofes deseando entrar. Cuando no es Israel + USA, es Irán + Siria los que intervienen en asuntos internos. Por no mencionar a Jordania, Arabia o Francia siempre pendientes de lo que pasa internamente. Divisiones y enfrentamientos entre sunitas y chiítas, cristianos de derecha o militantes de izquierda laica, falangistas... Al Qaeda metiendo sus garras en el país, Hezbollah que ya no se sabe si sigue siendo un movimiento de resistencia o también ha puesto ya el pie en las arenas movedizas de la política libanesa... pro- sirios y anti- sirios, todo hace muy difícil las cosas en un país que debería volver a la tranquilidad de esa Suiza en Oriente Próximo que siempre quiso ser.
3 comentarios:
Interessante,
Noé,
http://consiliencia.blogspot.com/
Ya, esto de la condición humana de no dejar vivir al resto por ambiciones de poder de algunos hace que estos países no cambien su imagen.
Sin lugar a dudas sus mujeres y niños son los que reciben gratuitamente estos ataques, y posan en la foto, sin ni siquiera ellos saberlo.
Igual, unos pocos seguimos pensando que esto no debería ser así, solo espero que en un futuro no muy lejano nos podamos unir para convencer al resto.
Beso.
Una lástima lo que están haciendo con el Líbano, y al final pagan los de siempre: los ciudadanos.
Besos
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