jueves, 26 de noviembre de 2009

La foto que no hay que hacer en Barcelona



Esta semanita de vacaciones en Barcelona ha dado para mucho. Entre otras cosas para muchas fotos. De ellas la más desechable es ésta. es el compendio de todo lo que no se debe hacer en fotografía, entre otras cosas bajar el dedito justo cuando pasa el camión de la fruta. En fin, entre las 500 hay muchas que valen la pena.

Como estoy de vacaciones (no lo repito para dar envidia) no voy a entrar en el temita de hoy. Solo dejo un apunte de mi opinión. Tampoco es la foto de Barcelona la que hoy reflejan los periódicos. En Barcelona, en una semana, estando con catalanes y con gente muy metida en su sociedad no es un clamor el nuevo estatut. Allí, como aquí en Madrid y como mañana veré en Alicante donde estaré otra semana de vacaciones (uy, se me volvió a escapar) la gente tiene las mismas preocupaciones y temas de conversación que van más por la crisis económica, la cultura, la vida en sí. A los periódicos que hoy, muchos años después, vuelven a sacar un editorial común en Cataluña, se les ha ido el foco como se me fue a mí el otro día. Han centrado en algo que el resto de los mortales no tiene entre sus prioridades, prefieren disfrutar de la casa modernista que aparece aquí como fondo, cuando tendría que ser el centro de atención. He dicho.

¿os he dicho ya que estoy de vacaciones?

Par de besos para todos

domingo, 15 de noviembre de 2009

Mediados de Noviembre

Hace unos días le mandé un mensaje al móvil. Tengo solo 4 neuronas pero mucha memoria para los números y una fecha no deja de ser un número. Recordé aquella noche en su casa, hace unos cinco años al poco de conocernos, en la que me lo contó todo.
Unas semanas después de la comida recibí su llamada. El belga le había dado mi número. Seguramente en algún momento de la reunión mencioné mis años pasados en aquella ciudad y hablamos de aquel equipo. Ella sólo unió cabos y pensó que podría ser.
Y fue, claro que fue. Me preguntó si le conocía. A mí me costó un poco poner cara a aquel entrenador, mucho más cuando ella lo describió como "el hombre más guapo que nunca he visto". Obviamente ella estaba enamorada y yo no.
Me contó la historia y lo que había averiguado sobre él. En estos 30 años su vida había ido a peor. Volvió con sus padres tras la universidad y allí seguía. Según ella sin vida propia y sin agallas para enfrentarse a ellos.
La realidad era que él había aprendido a vivir así, diciéndoles que sí a ellos pero con una doble vida, esa que le proporcionaba placeres momentáneos sin perjudicar su relación con su familia.
En estos 30 años siempre encontró alguna mujer que aceptaba vivir al margen de su familia, a escondidas. Cuando ella no aceptaba, encontraba otra que la sustituía. Esas mujeres que le hacían olvidar aquél 10 de Noviembre de hace 30 años, a aquella joven estudiante de la que siempre estará enamorado.
Cuando lo vi supe que él nunca cambiará. Creí que no era bueno que ella supiera el tipo de vida que él llevaba mientras no fuera él que se lo contara. Mejor que cada uno siga su camino, salvo que uno de los dos, mejor los dos, den un paso adelante. Yo no tengo la receta para el amor.

Recipe for making love by Harry Connick

jueves, 12 de noviembre de 2009

11 de Noviembre

Cuando recibió su llamada notó un cambio en su voz. 30 años después sigue sintiendo ese temblor en su cuerpo, el mismo que sintió entonces.
Unos meses antes él había cambiado de Universidad de nuevo. Su familia sabía que ella lo visitaba y la distancia aumentó. Él le planteó seguir de la misma forma, viendose a menudo, a escondidas. Ella debería seguir viajando.
No lo aceptó, le dijo que fuera claro con su familia y se enfrentara a ellos. Sería duro, deberían trabajar los dos para vivir, sus estudios se resentirían, su vida no sería tan fácil. Al menos estarían juntos.
Sabía que la decisión era dura. Se presentó en aquella cafetería de la sierra madrileña sin recuerdos para ellos. Allí supo que él no se atrevía, su temor a la familia era mayor a su amor por ella.
No recuerda las siguientes 12 horas, sabe que llegó a su casa al día siguiente borracha perdida. Durante 12 horas no pensó en ello. El 11 de Noviembre vinieron los reproches a sí misma. Quizás le presionó mucho, quizás podía haber esperado un par de años cuando los dos, ya licenciados universitarios, pudieran llevar una vida cómoda aunque alejada de la familia de él.
En el fondo sabía que no era así, que él había decidido por los dos, elegía la vida fácil para siempre esa que le permitiría vivir sin trabajar.
Ambos siguieron adelante pero no se olvidaron, sabían que eran el uno del otro. Ella tuvo parejas -unas mejores que otras- trabajos -unos peores que otros- una vida con sus momentos.
Muchos años después estaba en un momento de cambio, dejaba su trabajo en la prensa rosa con el que se había ganado popularidad y un nivel económico más que aceptable y terminaba una relación personal complicadilla.
Un viernes recibió la llamada de su amigo belga. Venía el fin de semana a Madrid y el sábado había quedado a comer con unos amigos. Aceptó la invitación y asistió a la comida. En esa reunión estaba Yoyoyo.

I'm yours by Jason Mraz

miércoles, 11 de noviembre de 2009

10 de Noviembre

Otra vez 10 de Noviembre, otra vez la noche en blanco. Este año especialmente blanco. No podía dormir, como todos los 10 de noviembre desde hace 30 años, el día en el que tomó la gran decisión de su vida.
Este año nevaba fuera pero la casa se le caía encima. Salió a dar una vuelta. Recorrió el mismo camino que hizo aquella noche. Bajo la nieve anduvo sin pensar, dejándose llevar y terminó en aquel café en el se vieron por última vez.
Se conocieron unos años atrás, en la universidad. Él se enamoró perdidamente de aquella aspirante a periodista, ella de aquel estudiante de derecho que odiaba profundamente su carrera.
La decisión de estudiar leyes la tomó su familia, como todas las decisiones de su vida hasta entonces y desde entonces. A su familia no le gustó nunca ella. Esa chica progre e inteligente. Por ello, en 3º de carrera lo envió a estudiar fuera. Él no puso pegas, la ciudad elegida estaba bastante cerca y ella podría visitarle. Para ello necesitaría algún dinero extra. Un amigo le recomendó para entrenar en un colegio. Entrenaría a las niñas pequeñas, a las infantiles. En ese grupo de niñas estaba Yoyoyo.

Fantasía de Thomas Tallis de Ralph Vaughan Williams

domingo, 8 de noviembre de 2009

Die Mauer

Era un muchacho rubito y tímido. Estudiaba físicas en Heidelberg, una de las grandes universidades de su país.
Nos conocimos en Madrid, nos presentó un amigo suyo. Su amigo iba para médico, hablaba bastante bien español por una estancia larga con Médicos sin Fronteras en Nicaragua. El no, era su primera semana en España.
Fue una tarde intensa en la que entre cervezas hablamos de muchas cosas. Era extraño, diferente. Mientras los demás reíamos y arreglábamos el mundo, él se abstraía a ratos. Sobre todo cuando la conversación se centró en la RDA, la otra Alemania.
Faltaban pocos años para la caída del muro en su ciudad. Este berlinés nació en el lado "bueno" pocos meses después de la separación física de la ciudad.
En el otro lado estaba parte de su familia, por ejemplo su abuela. Hasta hacía poco tiempo no había podido visitarla. Ahora sí, unas pocas veces al año podía ir en transporte público a visitarla. Ella en cambio no conocía más que por fotos su casa. No recuerdo muchos detalles sobre la manera en que la familia se separó.
Era hombre de distancias cortas. Poco a poco salimos de la conversación general y hablamos a solas. Por aquella época ese tema, el de las dos Alemanias, me apasionaba.
Los del Este montaban en nuestra universidad coloquios, exposiciones, daban becas para visitarles... siempre me pareció mucho esfuerzo a cambio de nada.
Aproveché para ver la visión de primera mano y él contestó a todo. Me dio su opinión y su conocimiento. Fue una tarde interesantísima para mí pero agotadora para él.
No volví a verle. A su amigo sí. Este muchacho no debió pasarlo nada bien con aquella conversación.
No sé por tanto dónde estaba él o su abuela en el 89 o que es de ellos hoy en día.
Son varias las generaciones de alemanes marcados por la 2ª guerra mundial, por sus efectos. Puestos a recordar, ahora mismo vuelvo a ver las caras de los padres de mis amigos alemanes cuando hablábamos de estas cosas. Sentimiento de culpabilidad colectiva durante muchos años, ser a la vez verdugos y víctimas.
Años, a partir de los 60, en que el país se había recuperado económicamente, en los que ellos habían sacado adelante su vida pero se sentían inferiores al resto del mundo, incapaces de enfrentarse con su vergüenza.
Es complicado ver el tema del Muro de Berlín o de la 2ª guerra mundial sin ver el sufrimiento de todos, también el de los alemanes. Quizás sería bueno tener algunos referentes previos, de cómo se forjó todo anteriormente.
Por aquella época me gustó el libro de Döblin "Berlin Alexanderplatz", posteriormente llevado a imágenes por el genio de Fassbinder. Si alguien piensa que será más corto ver la peli... al loro que son 15 horas, realmente es una serie para la televisión.
Es el libro que me describió el complicado carácter alemán. Siempre caemos en tópicos: cuadrados, trabajadores, tenaces. En esa novela se ven muchos más matices. Lógico.
Son retazos, trocitos de mis pensamientos ante el día de mañana, cuando llevaremos 20 años todos los europeos unidos, sin bloques. 20 Años que no han sido fáciles y en los que hemos tenido guerras, disputas etc pero el hecho histórico de aquel muro desarmándose, de aquellos berlineses pasando de lado a lado permite que hoy con la misma moneda paguemos un café en Madrid o en Helsinki. Los derechos y libertades sean los mismos en Praga o en Roma. La crisis del 2009 se note en Lisboa o en Tallín. Todo ello buenísimo. No veo nada malo en la caída de aquél muro.

The Wall by Pink Floyd